domingo, 24 de mayo de 2015

The times, they are a changin'...

Quizás cambio haya sido la palabra más repetida durante la campaña electoral y, especialmente, durante el día de hoy. Todos tenemos la imagen de la ciudadanía harta de corrupción y de políticos haciendo su agosto mientras la mayoría no llega a fin de mes, mientras los jóvenes emigran y familias pierden su casa. Mientras el pueblo sufre y se ve gobernado por aquella a la que algunos atreven a llamar la esperanza de Europa.

Años de 15M, marchas y mareas se han plasmado hoy en el panorama electoral en forma, mayoritariamente, de candidaturas de Podemos. Importante avance de una izquierda que dice optar por la centralidad del tablero, mientras el liberalismo salvaje con careta naranja parece haberse estrellado. Se ve que el cambio que pedía la ciudadanía no era el "sensato" de Rivera. ¡Que los españoles se nos han vuelto bolcheviques del día a la mañana! ¡Corred, insensatos! A lo mejor, lo que ellos consideran falta de prudencia es un pueblo que lentamente se deshace del miedo, pese a tanta madera y mordaza.

Pero, ¿y mañana? A parte de lo entretenido que va a ser La Razón, ABC o La Gaceta, claro. La respuesta es clara: mañana, cambio. Aunque sería lo suyo preguntar hacia dónde nos dirigimos. En las dos ciudades más pobladas del país no va a haber color. Nunca serán suficientes las veces que se repita la importancia  que posee el hecho de que una activista de la PAH encabece la lista más votada en una Barcelona que está muy alejada de aquella que era símbolo de lucha anarquista durante la guerra. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha unido como nunca a la clase obrera (en muchos casos, a su sector no politizado) en torno a una causa común: ni gente sin casa, ni casas sin gente.

En unos meses llegan las generales, las que podrían dar a Pablo Iglesias la presidencia del gobierno, que con suerte plantará cara a la Troika y, junto con su gobierno, intentará reducir la gravedad de esta alarma social en la que nos vemos sumidos. Saldrá mejor o peor, pero será el cambio.

Lo que me da miedo es que el pueblo se contente con eso. Con invertir su rabia en solo votos, depositar su confianza en un partido y en unos años olvidarse de que un día estuvieron en las calles. Podemos ha ofrecido esa posibilidad, que es mucho más cómoda para el que simplemente quiere llegar a fin de mes y que, de las cuatro noticias que lee, no haya tres hablando de corrupción.

Sin embargo, yo no me contento con tan poco. Será por eso que me llaman radical. Pero, ¡qué cojones! Si lo que yo quiero es el cambio radical, porque la situación histórica lo pide a gritos, porque el capitalismo nos destroza un poco más cada día. En forma de vallas, de hambre, de miseria, de lobbys, de Tratados Transatlánticos y violencia estructural.

Por eso el día de hoy no es del todo dulce, porque vivimos en un país que sufre de amnesia colectiva, que hoy opta por un partido que aboga por el cambio que mañana será para ellos otro del montón

Sin lucha en las calles, no somos nada. Aun así, quiero creer que la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día. 

¡Adiós, amiguitos!