jueves, 8 de enero de 2015

Je suis Charlie.

No suelo usar el blog para hablar de política, pero me parece que hoy es un buen día para empezar a hacerlo.
Asistimos a un espectáculo en el que el mundo parece estremecerse por la pérdida de doce vidas en París. Acontecimientos tan terribles como este destapan la hipocresía de una manera impresionante.
En primer lugar, la de aquellos a los que solo les importan cierto tipo de víctimas. ¿Los civiles muertos en guerras que ocultan intereses monetarios? ¿Los inmigrantes que el Estado asesina cada día negando su asistencia sanitaria o devolviendo "en caliente" a su país de origen? Eso son víctimas de segunda, la mayoría parece insensible a titulares del tipo: "Bombardeo causa 200 muertos en la franja de Gaza". A veces no parecen muertos, son solo números. Como si unas vidas tuvieran más valor que otras.
Por otra parte, me está tocando escuchar comentarios islamofóbicos y racistas. "Están locos estos moros". Todos los creyentes de una sola religión considerados terroristas por aquellos que escuchan lo que la televisión les dice, que captan el mensaje, ese miedo a un enemigo inexistente y lo toman como propio. Y es que a alguien hay que culpar. Esperanza Aguirre, en twitter: "El yihadismo quiere atacar nuestra civilización, la forma de vida que nos hemos dado los occidentales y que tanto nos ha costado conseguir." Esperanza, siempre dando buen ejemplo. Ejemplo de política del miedo, digo. Lo que no conviene que la gente sepa es cómo y por qué surgió el extremismo en Oriente, cómo Estados Unidos ha entrenado y ayudado a grupos de esta índole con el fin de tomar el control en ciertos países. Pero el que es cacheado en las fronteras, el que tiene que soportar el racismo cada día, es el ciudadano musulmán honrado. Y la que gana, la que gana es la derecha más salvaje. Este ataque terrorista le ha servido la victoria en bandeja a Le Pen. Parece que la vieja Europa olvida fácil su pasado.
Pero la hipocresía en la que me quiero centrar hoy es en la del Gobierno de nuestro país. Por supuesto, ha condenado el atentado, el ataque a la libertad de expresión. Es curioso que lo hagan cuando hace tan poco aprobaron la criminal Ley Mordaza o la de Protección intelectual, y más aún, cuando hoy hemos leído estas dos noticias:
1. Alfon ha sido condenado a 4 años de prisión. Detenido en la huelga del 14N, y acusado sin pruebas de cargar una mochila con explosivos, mochila que en todo momento defiende que no llevaba al salir de casa y en la que no están sus huellas. Alfon no es más que otra cabeza de turco, síntoma de que la clase dominante tiene miedo a que los obreros despierten, porque un pueblo unido y con conciencia de clase es algo que no pueden permitir, y devolver su miedo en forma de represión es lo único que se les ocurre.
2. Facu Díaz ha sido acusado imputado por la Audiencia Nacional. ¿El motivo? Un sketch cómico, del que dejo el link más abajo.
Y tienen la cara dura de hablarnos de libertad de expresión, esa misma que nos quitan con cada ley que aprueban, a la que violan sin escrúpulos. En este país la dictadura nunca se fue, le pese a quien le pese.
Entre todo el asco a la reacción producida por este suceso, tengo hueco, por supuesto, para el rechazo a este tipo de violencia y actos criminales. Que no os engañen, los dibujantes muertos son de los nuestros, no podemos permitir que se conviertan en mártires para el sistema, solo porque es lo que vende. Dos de ellos, de hecho, eran simpatizantes del Partido Comunista Francés. Si en vez de por la tragedia hubieran saltado a la fama por cualquier viñeta en contra de algún líder occidental, la historia habría cambiado mucho, y se hablaría de libertad de expresión en términos muy diferentes. Qué fácil resulta hacer propaganda a costa de vidas ajenas.
Todo mi ánimo a los compañeros franceses. Recordad, los ideales son a prueba de balas.
¡Adiós, amiguitos! ¡Hasta la victoria siempre!


No hay comentarios:

Publicar un comentario