domingo, 15 de junio de 2014

Un día más es un día menos.

Esta  frase siempre me ha llamado mucho la atención. Un día más es un día menos. Y es que es completamente cierto. Cuando quieres que pase el tiempo rápido, cuando tienes marcada una fecha a fuego, hasta ese día parece olvidarse que en el camino se queda tiempo que no vas a recuperar, que, si no lo aprovechas tú, nadie va a hacerlo y que la vida no es solo grandes momentos, la vida es el día a día y los pequeños detalles.
Este tema sobre el que tanto he pensado intensifica su significado cuando quedan algo menos de dos meses y medio para que mi vida dé un cambio brutal. Tengo ganas, tengo muchísimas ganas de Madrid, de poder abrazar a tantas personas tan geniales, de cantar con ellos, de reírnos juntos... Las tengo, también, de conocer un nuevo país, de las quedadas en Nueva Escocia, de enriquecerme a través de miradas diferentes, y es que voy a intentar entender otra forma de ver el mundo. ¡Y de extender la revolución, tengo ganas de extender la revolución! Por eso, nunca he deseado que pase un verano tan rápido como quiero que lo haga este.
Pero, ya se sabe, la moneda siempre tiene otra cara. El viernes fue mi último día en mi instituto, y nunca me han gustado las despedidas, menos aún si tus profesores te hacen llorar, hablan de lo mucho que van a echarte de menos y te abrazan. Y esto es solo el principio, hay muchas personas a las que les voy a tener que decir, no adiós, sino "hasta luego". Ya lo decía Tahures Zurdos versionando a Bowie:
"Todos los gordos, flacos;
todos los altos, bajos.
Y todos los don nadie,
y los que fueron alguien...
No creí que amara a tanta gente"
No, no tampoco creí que amara a tanta gente, no hasta que me he parado a pensar en todo lo que voy a echar de menos durante diez meses. Y, bueno, no solo a personas, también situaciones y lugares. 
Voy a añorar el calor asfixiante de mi pueblo y esos días en el que la calle guarda bastantes similitudes con el desierto, pero también quejarme por haber llegado a los cero grados. Va a ser duro estar tanto tiempo sin pasar tardes en el parque o la piscina o noches inolvidables de borracheras, sin paseos por el campo con mis perros o sin visitar la ciudad que me ha visto crecer y de la que estoy enamorada, Sevilla. 
Y, bueno, no con respecto a qué sino respecto a quién voy a echar de menos... Eso da tema para otra entrada. Sin nada más que decir por hoy me despido: ¡adiós, amiguitos! 


2 comentarios:

  1. Lo que consuela es que después de diez meses volveremos a la rutina de siempre (bueno, consuela y a la vez deprime...), y volveremos a ver todo lo que echamos de menos.
    Genial entrada :)

    ResponderEliminar
  2. No me mates ni nada, pero acabo de ver el comentario... Así de lista yo yo, qué le vamos a hacer.
    Ya, precisamente lo bueno es que tenemos algo que echar de menos.
    ¡Gracias, amor!

    ResponderEliminar